Salfate, el ídolo

Publicado: 21 febrero, 2011 en Cartas, Escritos
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Bueno ya que no hay mucho tiempo para escribir, les dejo esta carta de alguien en relación a Juan Andrés Salfate, creo que el autor peca de iluso, ya que no por que una persona sea buena en su trabajo sea infalible o perfecta, todos somos seres humanos que erran y mucho y somos perfectibles. Saludos

Cuando chico yo me devoraba la Wikén todas las semanas. Era el único idiota del colegio que llegaba con El Mercurio entero para leerlo en clases [no, esto no es una publicidad pagada].

Eran los últimos años del siglo pasado, y la revista salía en papel gigante, con muchas páginas, con muchas secciones. Lo que más me gustaba eran las críticas de cine, y un nombre siempre me llamó la atención: Juan Andrés Salfate.

Sé lo que están pensando, que cómo no sabía quién era Salfate. Me explico: yo vivía en el sur, y en esa época se veían sólo tres canales en “la tele a perillas”. Canal 2 no era uno de ellos. Nunca supe de la existencia de Maldita Sea, ni de Salfate ni del Pera Cuadra, así como nunca vi a Sole Onetto o a Consuelo Saavedra antes de irse a los canales grandes. Por eso, al leer las críticas de la Wikén, yo pensaba que Salfate era un viejo seco.

En serio. Criticaba Matrix y se lanzaba una disertación sobre el cine de ciencia ficción, y te nombraba referentes de los años 50. Criticaba cualquier policial rasca y te nombraba cine noir de los 40, cine europeo, mudo, en blanco y negro, oriental, etc.

Y en todas sus críticas era asquerosamente severo: tiraba a partir al cine comercial que ganaba muchas lucas, y en sus críticas hacía referencias cinéfilas intelectualoides a raudales, como ninguneando al cine actual. Es como si fuera imposible satisfacer su muy buen gusto. En mi inocencia, yo juraba que alguien que sabía tanto no podía ser joven. Ya me lo había imaginado incluso: era canoso y tenía cara de pesado. Me caía bien esa idea. Quería ser como él cuando viejo.

Hasta que un buen día lo vi en la tele, a la salida de un estreno, comentando lo que acababa de ver. Joven, pelao, gordo, con pinta de punk. Me desayuné. No lo podía creer. Ya no podía ser como él cuando viejo, y no quería ser como él cuando joven. Ese fue el primer paso.

De ahí en adelante se me ha ido cayendo escalón tras escalón. De ídolo a pelao chanta, Salfate es como un superhéroe freak que ha asumido varias identidades a lo largo de la historia.

Mekano Man

Lo primero fue cuando, para mi horror, empecé a ver a mi héroe en Mekano. ¿Qué era eso? En mi cabeza pensaba ¿de verdad un crítico de cine tenía que rebajarse a eso? Tanto él como Villouta parecían representar un nuevo tipo de pseudo-intelectuales light, que dejaron atrás su culpa de sentirse productos televisivos. Y que se sentían orgullosos de hacer tele para las masas, pese a sentirse más inteligentes que ellas.

No podía aguantar verlo sentado y muerto de la risa con los bailes de Ronny Dance, como un nerd sobreexcitado por haber visto una pechuga de Francini.

Fue ahí cuando se vino el caso Christell. Nuestro amigo, que también oficiaba de opinólogo en el matinal de Canal 13, dijo que Christell [la cabra chica de “mueve el ombligo mueve oh oh oh”] no cantaba en sus discos, y que en realidad era una niña de 11 años la que lo hacía.

Decía que un miembro de Mekano le presentó a la niña y todo. Claro, eran competencia: la niña salía en Rojo, él en Mekano… ¡y estaba opinando en Canal 13!

Al final, lo desmintieron feo: la niña cantó a capella en Rojo para probar que lo hacía de verdad. Su fuente de Mekano siguió anónima, y nadie le prestó ropa. Quedó como chanta comprobado por vez primera. [¡Además, no es que la niña cantara tan bien como para pensar que una profesional la dobla!].

Mal, Salfa, mal. Una vez que quien te cierra la boca es el Rafael Araneda, cualquiera te pierde la confianza.

Hobbie Man

Como refleja el caso Christell, por esos mismos tiempos Salfate era una gran rata de alcantarilla, de canal en canal. Hubo una época en que salía en todos; incluso, con el timing preciso, era posible verlo al mismo tiempo en tres canales distintos. Y siempre haciendo lo que le gusta: comentar cine, ver videos, hablar de nada.

Yo no podía entender cómo alguien se ganara la vida haciendo sus hobbies, y que le pagaran, y que la gente lo viera. Y lo más genial era que lo hacía bien, sin equivocarse. Sentía pura envidia [sana o enferma, no sé] por él.

Hasta que se empezó a condorear acerca del cine también. En la misma época, mientras comentaba cine en el matinal, Salfate dijo que Corazón Valiente era la primera película dirigida por Mel Gibson. Al día siguiente, tuvo que ser LUN el que lo corrigiera. Error, la primera película de Gibson es El Hombre Sin Rostro, de 1994. Me acuerdo que el titular decía algo así como “Salfate se equivocó”.

Mal, Salfa, mal, era la primera vez que te veía caer en tu especialidad. En serio, una vez que LUN te corrige, nunca vuelves a ser el mismo. Tú, que eras como un IMDB con patas para mí, me demostraste que te equivocas como todos no más. Desde ahí es que empecé a comprobar todo lo que decías, en Internet: nunca más me quedé sólo tu palabra.

No sería la última vez. Hace poco, mostró como gran cosa el video de un cortometraje de Disney de los años 40 donde salía el Pato Donald como soldado Nazi, haciendo el heil Hitler y todo.

Es el típico cortometraje que muestran en los cursos de cine de la Universidad como “propaganda gringa”. Lo malo es que él lo presentó como una prueba a la simpatía nazi de Disney. Obvio, si no mostró [ni vio] el final, donde todo era una pesadilla del pato, y termina abrazando la Estatua de la Libertad. Para más remate, al final aparece la cara de Hitler, y le tiran un tomate: más antinazi, imposible. Más americano, imposible.

En resumen, no sé si Disney era Nazi o no, pero el Pato Donald no.

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Horny Man

Así Somos, el programa nocturno de La Red, ha revelado el lado hot de nuestro gordito, un lado que muchos jamás quisimos conocer. No sé cuál es el afán de presentarlo como un símbolo sexual, o siquiera como alguien sexual en general.

Lo que sé es que lo pasa chancho en el programa. Cuartea [mira] todo lo que quiere, y parece que las mujeres del programa no tienen ninguna vergüenza con él.

Mey Santa María ejecuta rutinas elásticas sobre él, le da besos y lo manosea entero. Cualquiera diría que hay onda ahí. Una vez ella estuvo haciéndole abdominales en la guata, y cuando Salfate se fue a sentar, tenía el pantalón mojado. Dijo que le echaron agua. No le creí. Nadie le creyó.

En fin, otro motivo para envidiarlo. ¡Maldita sea!

Conspiracy Man

Y ahora resulta que, junto con desarrollar su lado hot, nuestro amigo se cree [y difunde] todas las conspiraciones habidas y por haber. Sobre Obama, sobre Facebook, sobre Google, sobre Nostradamus, sobre Disney. Y su favorita del último tiempo: la de los anunakis y los reptilianos.

¡Nadie puede creer que los poderosos de la Tierra en realidad son miembros de una raza milenaria de hombres-reptil-del-espacio-de-7-pies-de-altura, que se alimentan de sangre!

¿Qué cuando Bush padre parpadea se le ven las pupilas de reptil?, ¿Qué la familia real británica es reptiliana, y asesinó a Lady Di cuando ella se enteró de la verdad?,  ¿Que Salfate mismo vio uno y se parecía [según él] a Darth Maul, pero verde?, ¿Que en cada capítulo de Sin Vergüenza arriesga su vida al contar este tipo de cosas, porque el Gobierno de EE.UU. lo anda buscando?

Nadie en su sano juicio puede creer eso. Ni en Así Somos se lo toman en serio, cuando, mientras él habla, ponen abajo cosas como “Si alguno se traga esto, podría comulgar con ruedas de carreta”. ¿Por qué tendría yo que tomarme en serio una sola palabra de lo que dice?

Otro momento glorioso. En 2008, en medio de la histeria del documental de Al Gore sobre el calentamiento global, Salfate mostró en Sin Vergüenza, La gran mentira del calentamiento global, el documental que contradice todo lo que Una verdad incómoda dice.

Ante las caras de horror de los otros panelistas, dijo que el calentamiento global era la más grande mentira del siglo XX, que es un proceso cíclico natural, y que toda la paranoia sobre el tema es un invento de la izquierda luego de la caída del muro de Berlín [cuando se quedó sin causas que defender]. Ah, y, por supuesto, todo es parte de un plan de los países ricos para asegurarse que los países pobres no se desarrollen y la población humana en ellos disminuya, matando a un cierto porcentaje de la población, y bla bla bla.

No sé si todo eso será cierto o no. Lo que sí sé es que este verano hace más calor que todos los anteriores que he vivido.

Mystic Man

Recuerdo que una vez estaba en la casa de un amigo viendo ese programa, y de repente sale Salfate, hablando sobre las moléculas del agua solidificada y su capacidad para mejorar los estados de ánimo dependiendo de su forma.

¿WTF? No lo podíamos creer. Hablaba como profeta o predicador, no como cinéfilo. Ahora se las daba de sabio, de gurú, de Paribeth. La máxima expresión de eso es su segmento Cineterapia en Así Somos, donde “cura/sana” mediante el cine.

Lo malo es que tiene tanta labia, que se puede dar el lujo de dictar cátedra, y enseñarle a la gente a vivir la vida de una forma “correcta”, espiritualmente superior, porque el dinero no lo es todo, porque no hay que venderse al sistema, porque hay que ver la matrix, etc.

Así que ahora, aparte de ser referente de lo freak, se cree profeta de la buena vida espiritual, más o menos como lo que saldría si Bono y el Dalai Lama tuvieran un hijo con pinta de Buda.

Spoiler Man

Pero lo peor estaba por venir, el pecado capital de transformarse en el clásico tipo que todo el mundo odia en la fila del cine.

Me explico. Una noche estoy viendo Así Somos, y Salfate sale con que va a contar la película [500] Days of Summer de principio a fin. Siempre hace eso, pero con documentales y cortometrajes, de esos que se pueden ver enteros en YouTube, ahora en cambio amenazaba hacerlo con una película completa. Por eso no le creí; tenía que verlo para comprobarlo. No debí haberlo hecho: ¡ME CONTÓ EL FINAL!

No es que me moleste demasiado eso [en su momento me contaron el de Sexto Sentido, y me dio lo mismo], pero pienso en los pobres tipos ilusionados, esos que aún conservan el sentido de sorpresa del cine, a los que privó de ver el final con ojos vírgenes… era el colmo de los colmos.

Incluso yo mismo, cuando por fin vi la película, no pude evitar maldecirlo al final. Claro, en la escena final, todos se rieron de sorpresa; todos menos yo. Esa escena final donde el tipo le pregunta a la niña su nombre y ella dice… No, no lo voy a contar yo.

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En fin, ¡maldito Salfate!, ahora te hablo a ti directamente. Condoro tras condoro, decepción tras decepción, has ido descendiendo vertiginosamente en mi escala personal de héroes. Pero aún así te tengo afecto…y envidia.

Sí, lo siento, no puedo dejar de querer ser aunque sea un poco como tú. Y no puedo dejar de pensar en que, al menos durante una época, fuiste para mí un referente de lo que quería ser cuando grande [y aún no soy].

Tal vez aún estoy a tiempo. Sólo sé que no voy a andar contando finales de películas, eso sí que no.

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